jueves, 11 de septiembre de 2014


Cuando pensamos en iniciar esta aventura por el mundo emprendedor, queremos que todo sea perfecto, tenemos tan claro en nuestra mente lo que queremos de nuestra empresa que deseamos que las condiciones en nuestro entorno sean perfectas pues no deseamos que nada nos vaya a arruinar este sueño que hemos cultivado por tanto tiempo. Debido a esto, tratamos de controlar cada detalle, buscamos información nueva constantemente, analizamos juiciosamente e incluso reanalizamos cada dato en la búsqueda de una posible amenaza para nuestro negocio y hasta nos volvemos unos expertos utilizando la famosa matriz F.O.D.A. (una matriz en la que describimos nuestras Fortalezas, Debilidades, Oportunidades y Amenazas). Todo esto, únicamente para centrarnos en aquello que nos podría conducir al fracaso al momento de iniciar nuestra compañía.

Nos llenamos de motivos y razones "lógicas" por las cuales no debemos iniciar nuestro proyecto, que van desde la clásica frase que dice: "no tengo el dinero suficiente"; pasando por algunas otras como: "necesito esta maquinaria", "me falta un poco más de experiencia" o "no tengo al personal necesario"; con todo esto, terminamos convenciéndonos a nosotros mismos, de que iniciar nuestra empresa no es lo más sensato (por lo menos de momento). No obstante, muy en el fondo sabemos, que todas estas razones anteriormente mencionadas, no son más que una manifestación inconsciente de nuestro miedo. Ese miedo al fracaso, ese miedo a ser señalados por los demás, esos quienes se encargan de hacer evidente las miles de razones posibles por las cuales nuestra idea podría fallar y quienes esperan poder decirnos cuando caigamos un cruel "te lo dije".

Quiero dejar muy claro que estoy de acuerdo con la idea de que para iniciar una empresa es necesario tener una planeación, de hecho, se requiere una buena planeación, tenemos que estudiar nuestro mercado objetivo, nuestros posibles ingresos, nuestra capacidad instalada, determinar si nuestra experiencia es la requerida para las necesidades del mercado, en fin, determinar si nuestra empresa podría ser viable y rentable. Sin embargo, pienso que existe un punto en el que tenemos que dar el salto entre estar detrás de un computador planeando nuestro sueño, al punto en el que estamos en el mercado haciéndolo realidad. Y es que si nos ponemos a analizar cualquier plan de negocio inicial de alguna empresa que ha tenido éxito, podremos observar que no todas las variables jugaban a su favor, podremos encontrar que estos empresarios tuvieron las agallas para iniciar aun cuando tenían dificultades económicas, no tenían la infraestructura de producción soñada o cuando su personal estaba reducido a el mismo.

No quiero imaginarme un mundo en donde grandes emprendedores como: Larry Page y Serguéi Brin, fundadores de google, se reusaran a iniciar su compañía debido a que no contaban con el capital que necesitaban para hacer realidad su sueño, en donde los 80 servidores con los que iniciaron les hiciera pensar que no tenían la infraestructura necesaria para alcanzar el éxito (que por cierto guardaban en su armario según Wikipedia); o un mundo en donde personas como Henry Ford, no hubiesen decidido continuar con su idea de producir autos que estuvieran al alcance de las personas del común, a pesar de que existían grandes probabilidades de que su negocio fracasara. Es esto lo que marca la diferencia: saltar la barrera y entrar en el juego lo que cambia nuestro mundo.
Tenemos que tener claro, que el entorno nunca va a jugar a nuestro favor, que tal vez nunca vamos a disponer del dinero con el que soñamos iniciar nuestro negocio, que posiblemente nunca tendremos toda la experiencia que quisiéramos sobre determinado sector de la economía y que siempre existirán mejores formas de iniciar una empresa o una tecnología mejor que este fuera de nuestro alcance, pero que a pesar de esto, el mejor momento de iniciar nuestro proyecto emprendedor es HOY y nunca existirá otro momento mejor. Que una buena planeación es una de las formas con las que podemos mitigar nuestros riesgos, pero que indudablemente, hay riesgos que tenemos que asumir y afrontar con la misma fortaleza con la que queremos alcanzar nuestros sueños. Tenemos que entregarnos a esa pasión que nos despierta nuestra idea y luchar por hacerla realidad a pesar de que muchas veces no veamos esa luz al final del camino, porque solo quienes superan estas adversidades, son quienes al final pueden darse el gusto de decir: "Lo logre".

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